domingo, 13 de noviembre de 2011

Trabajo

    Erase una vez, un joven llamado Enrique que vivía felizmente con sus padres, ya entrados en años, en una ciudad española. Enrique salía poco de casa porque lo que más le gustaba era pasarse horas y horas conectado a internet y navegando por las redes sociales, sobre todo facebook. Se podría decir que Enrique era un adicto a Facebook. De ésta forma se relacionaba con sus amigos, con gente a la que había conocido a través de la red y veía satisfechas sus necesidades sociales y sus pasatiempos a través de los juegos y entretenimientos.

   Enrique tenía muy pocos motivos para salir de su casa. El más importante era ir a la oficina de empleo para sellar el carnet de paro. Cuando aquel lunes, tras guardar casi 50 minutos de cola, la funcionaria del INEM le entregó una oferta de trabajo, Enrique tuvo la sencación de que se le abrían las puertas del infierno.

   Se presentó en la fábrica donde necesitaban personal con una sola idea en la cabeza: Que le rechazaran. Que le dijeran que ya habían contratado a otro, en fin, poder volver a su tranquilo refugio hogareño para poder seguir conectado y chateando. Enrique se iba repitiendo como una letanía: Que tengan a alguien, que tengan a alguien, que tengan a alguien.......

   Cuando todos los aspirantes al puesto de trabajo habían pasado por la entrevista con el seleccionador de personal, la espera en el vestíbulo de la empresa se hizo eterna. Los fueron llamando uno por uno y el último en pasar fue Enrique.
  
   -- Don Enrique, se adecua usted perfectamente al perfil que necesitamos, el puesto es suyo.

   Gotas de sudor frío perlaron su frente como gotasde mercurio, la garganta le quedó taponada por un nudo, sus labios formaron una especie dde mueca que les dió la apariencia de culo de gallina desplumada. Hasta que pudo por fin emitir un sonido gutural, un ruido apenas equiparable a una palabra. Noooooo. No puede ser, dijo  Enrique, no podré realizar éste trabajo. Mi padre está muy enfermo, en el hospital, apenas le quedan días de vida tras una larga enfermedad. Eso fue lo que dijo Enrique para no aceptar un puesto de trabajo que lo alejaría de sus redes y de sus amigos de Facebook, que lo alejaría de su vida......Saliendo ya de la empresa, aliviado y tranquilo, pues el trabajo se lo habían dado al segundo clasificado, en su movil sonó la canción de moda de aquel verano. Miró la pantalla y leyó: "Llamando papá". Descolgó y oyó la chillona voz de su padre:

   -- Enrique, lo he conseguido, acabo de llegar a Santiago de Compostela, he terminado por fín el Camino enterito, andando sin parar desde Barcelona, estoy hecho un chaval. Besos para tu madre, te quiero nen.

   -- Te quiero papá, contestó Enrique, cuando puedas pon las fotos en el Facebook, por aquí todo bien.

   Pero la alegría a Enrique le duró poco. Al llegar a su casa vió que teníaa una carta en el buzón. El membrete del Ministerio de Trabajo no le dió buena espina y cuando la leyó subiendo el primer tramo de escaleras hacia su piso, pensó que sería una buena opción seguir subiendo hasta la azotea para después tirarse al vacío. Era otra oferta de trabajo. ¿Qué podía hacer ahora? debía presentarse esa misma tarde en una empresa para otra entrevista de trabajo. La mala suerte le perseguía.

   Esta vez, no dejó que la entrevistadora acabase el cuestionario previsto para los aspirantes. Enrique le dijo directamente que no podía aceptar el puesto. Que su pobre madre con alzheimer era totalmente dependiente de él. Que dejarla sóla en casa, en estos momentos, era como dictarle una sentencia de muerte segura. Tan conmovedora fue su explicación que, entre lágrimas, la entrevistadora lo acompañó a la salida rodeando sus hombros y despidiéndole con un fuerte abrazo. De camino a casa pasó por el gimnasio  más famoso de la ciudad donde la juventud,la no tan juventud esculpía sus cuerpos musculosos. Allí, en la puerta, esperó la salida de su madre que ejercía como monitora de spinning, la cual, al salir acompañada de dos jóvenes de camisetas ajustadas le saludó, le dió un beso y le dijo que no le esparese pues se iba con esos dos amiguitos a tomar unos coktels.

   Había sido un día duro para Enrique, su forma de vida había estado en peligro, y en su mente no tenía otra idea más que conectarse a internet, abrir el Facebook y el correo electrónico, dar un repaso al estado y actualizaciones de sus amigos, tratar de olvidar en suma ése día tan aciago que a punto había estadode chafarle su tranquila vida de internauta.

    Y mirad por donde....que navegando navegando por la red se topó con otra oferta de trabajo, gracias a sus habilidades y manejo de las redes sociales encontró un trabajo como "coatching manager", para poder trabajar desde casa como administrador de cuentas de correo y de redes sociales de empresas , famosos, politicos, etc.... Lo podía hacer desde su casa sin tener que desconectarse de lo que más le gustaba, es decir, podría convertir en placer lo que de otra forma era una engorrosa obligación.

   Envió sus datos por correo electrónico y dada su experiencia en poco tiempo tuvo contestación de que lo aceptaban para ése trabajo y fue así feliz durante mucho mucho tiempo. Y colorín colorado, éste cuento de ha acabado.
http://www.youtube.com/watch?v=T1JU8REdcWg

lunes, 24 de octubre de 2011

Un día normal


Aquella mañana de domingo, David K.despertó sintiendo la suave caricia de sol sobre su rostro. Desde que se había jubilado, lo mismo daba un dia de la semana que otro para gozar de la libertad de levantarse cuando quisiera. Sólo hacía un mes que se había retirado y la Siemens de Berlín no lo echaría de menos.
  En  Alemania, desde que Hitler y el Partido Nazi habían llegado al poder, la situación de los judíos como David empezaba a complicarse en las grandes empresas. El hecho de haberse podido acojer a la jubilación fue un alivio para él. Lo que David no podía imaginarse aquella soleada mañana era que cuando volviese a meterse en la cama, ya sería otro hombre.
   Jubilado, viudo y con sus hijos viviendo fuera de Berlín, a David las mañanas de domingo se le pasaban con la rutina de siempre. Se afeitó, se duchó, se puso su traje, las zapatillas para andar cómodo y como el día era soleado, el sombrero que le regaló su hijo cuando se jubiló.
   Acudió a la cafetería de siempre. Al entrar, el camarero de la barra y el mozo que atendía las mesas se miraron con cierta alarma. David fue a sentarse a su mesa de siempre junto al amplio ventanal por donde entraba la claridad que le permitía leer el periódico sin esforzar demasiado la vista. El mozo se acercó al mostrador, pero no fue a recojer el café para David, tampoco el periódico. El camarero de la barra le dió un cuadernillo que con cierto recelo el mozo entregó a David diciéndole:
   --Ha de salir fuera señor, usted ya no puede entrar en éste establecimiento reservado para alemanes de raza aria. Rellene éste formulario y llévelo a la comisaría de Policía más cercana a su domicilio.
   David se levantó en silencio, salió a la calle y mientras se dirigía al parque más cercano fue leyendo el formulario. Se sentó en un banco y fue marcando con una X la columna de los datos:

REGISTRO DE PERSONAS DE RAZA JUDIA QUE HABITAN EN BERLIN (lea el documento atentamente y confirme sus datos personales, señalando SI o NO cuando corresponda):
Nombre y apellidos
Domicilio
Edad
¿Ha votado al Partido Nazi?
¿se considera judío?
etc,etc,etc......

   Cuando hubo terminado, David se dirigió a la Comisaría del barrio,entregó el formulario y a cambio le dieron una estrella de seis puntas de color amarillo.
--Toma judío, le dijo el policía, cósete ésta estrella en la chaqueta y como te vea por la calle sin ella, te pego dos tiros, judío de mierda.
  Para David, aquel día, que había empezado cálido y soleado, se convirtió en el presagio de la más violenta de las tormentas.